Mis bellos billetes solo son bellos nada más. Sus animales me recuerda mi naturaleza y sus caras las personas que forman parte de mi historia. Aunque ya no valgan nada son mis billetes, son los billetes de todo venezolano. La devaluación es una vaina muy arrecha, pero sin eso no hubiese notado lo bonitos que son. Ahora tienen un nuevo valor, no es un valor con el que pueda comprar una casa o llenar una nevera, ahora tienen un valor cromático y sentimental que no puedo olvidar. Digan lo que quieran que el Bolívar ya no vale nada, que es una mierda, yo seguiré insistiendo que, al menos, la devaluación no les quitó sus colores.